La acuicultura del botete diana en México

Cuando en el 2005 iniciamos la colaboración con el estado de Jalisco para sentar las bases del cultivo de peces marinos, de manos de unos iluminados que creían en la acuicultura como motor de desarrollo y diversificación, no imaginábamos que en poco más de cuatro años íbamos a llegar tan lejos, sobre todo si se tiene en cuenta que se partía de una idea abstracta, plasmada en un Convenio de Cooperación Científica y Tecnológica entre el Instituto de Acuicultura y Pesca del Estado de Jalisco (IAPEJ) y el IRTA, pero con todas las incógnitas propias de este tipo de actuaciones.

Por tanto, no deja de resultar paradigmático que en el pasado noviembre, en la introducción del curso-taller de producción de peces marinos, organizado por el SEDER-IAPEJ-CONAPESCA-SAGARPA-IRTA, se dijera, por parte del oceanógrafo Pablo López, que México requería de dos factores para que estas iniciativas tuvieran éxito, el primero de ellos que la capacitación técnica de las personas implicadas se produjera de forma efectiva y el segundo que se produjera un milagro.

Es necesario hacer un recordatorio a todas aquellas instituciones, centros, institutos y departamentos de investigación que iniciaron y sentaron las bases biológicas de los cultivos de las diferentes especies de peces marinos en México, pero la verdad es que el conocimiento generado no había permitido dar el salto hacia la producción industrial de estas especies. Suele ser habitual, y por tanto, lo justo es dar al “César lo que es del César”.

Sin embargo, esta industria no crece sin que todos los actores propios se conozcan, se entiendan y se pongan de acuerdo para generar un idioma común, se requiere de un gran esfuerzo para formar y capacitar a las personas implicadas en el día a día, personas que finalmente serán los recursos más valiosos. Debemos decir que disponíamos de los mimbres para que el primero de los factores se produjera, no obstante, requeríamos del segundo.

El milagro se obró en la forma del Centro de Desarrollo Tecnológico de Especies Marinas (CEDETEM), que está ubicado en el Municipio de Tomatlán en el Estado de Jalisco. Partiendo de una infraestructura camaronera, incompleta y totalmente abandonada, con apenas conocimientos y con mucha voluntad, se ha conseguido que hoy en día sea una instalación modelo, que cuente con un grupo de profesionales capaces, en continuo proceso de formación, y con la potencialidad de seguir creciendo para llegar a ser el centro de referencia en transferencia de tecnología al sector productivo acuícola marino mexicano.

Pero no solo ha sido así, sino que además se está erigiendo como diáspora de formación de técnicos y profesionales para que otros estados puedan iniciar su propio desarrollo, así, fruto de esta colaboración, se está produciendo la transformación del Centro de Reproducción de Especies Marinas del Estado de Sonora (CREMES), situado en Bahía Khino, Sonora, de centro especializado en la producción de moluscos a centro de producción de especies de peces marinos. Además, otros estados con interés en acuicultura se acercan a conocer este modelo, a preguntar como transferir estos conocimientos a sus áreas de interés y como escalarlo a sus necesidades.

Tal vez esta ha sido la gran virtud del CEDETEM y la que ha permitido obrar el milagro, transformar conocimientos en realidad y ser capaces de convencer a todos los implicados, administración, políticos, técnicos, científicos, industriales, productores, comerciales y consumidores (en ello están), apostando por el desarrollo de especies propias, de importancia social y económica, con capacidad de generar riqueza y adaptarse a la realidad del casi exclusivo monocultivo del camarón que pasa por un momento complicado y generador de una gran controversia. No podemos obviar que en estos momentos se considera a esta actividad, la acuicultura, como motor estratégico que, a nivel mundial, debe contribuir a generar alimentos de calidad, responsables, sostenibles y que ayuden activamente a paliar las necesidades nutricionales, especialmente en los países en vía de desarrollo.

El botete diana (Sphoeroides annulatus) fue la especie elegida porque hubiera sido un gran error no aprovechar todo el extraordinario trabajo desarrollado hasta el momento, porque todavía presentaba dificultades técnicas en su traslado a una escala mayor, porque seguía manteniendo retos biológicos importantes, como el control de la reproducción o cerrar el ciclo productivo, porque todo esto hace que sea un buen modelo para capacitar y formar profesionales y lo que es más importante, porque es un pez conocido, apreciado, demandado y con un mercado en crecimiento y que va mucho más allá del propio México, en Japón su consumo es casi una religión.

Obviamente los inicios no fueron fáciles, se cometieron errores, algunos se siguen cometiendo aunque cada vez menos y menos importantes, pero se ha aprovechado eficazmente el esfuerzo para hacer que hoy haya algo tan tangible como un par de jaulas con crías de botete diana en Punta Pérula, junto con otras con pargos procedentes de alevines capturados del medio, varios ensayos en tanques rústicos en el estado de Sonora y posiblemente, en un futuro inmediato, en jaulas también en la Baja California

Pero lo que realmente hace que esto sea importante es el hecho de que estos botetes proceden de reproductores acondicionados en cautividad, que ha sido mantenidos en buenas condiciones con control de los parámetros, que han madurado y desovado, permitiendo obtener huevos de calidad que dieron lugar a larvas que se han criado en Sonora, con técnicos formados en Jalisco fruto del acuerdo con el IRTA.

Además, parte de estos alevines fueron transportados a Jalisco con el apoyo y la logística de los técnicos del CEDETEM comandados por Alberto García, persona IRTA desplazada a México, y son los propios pescadores de la zona los que, con apoyo del gobierno, llevan adelante el engorde, a su vez con el apoyo de fabricantes de jaulas y tecnología mexicana. Todo un reto, toda una capacitación, todo un milagro.

Pero no queremos quedarnos ahí, ya estamos trabajando en sentar las bases de las que de verdad deben ser las especies de futuro, en coordinar todos los grupos que pueden contribuir y aportar conocimiento y valor, en la identificación de todos los actores y en el desarrollo de una red de investigación y desarrollo tecnológico que posibilite el crear los vínculos interinstitucionales para la transferencia de tecnología. Los resultados técnicos y científicos procedentes de esta colaboración y la generación de los modelos de transferencia establecidos entre ambos países, por medio de los convenios firmados, serán presentados en la próxima WAS que tendrá lugar en Veracruz, México.