Invertir en innovación para mejorar la competitividad del sector acuícola

Hace una semana el secretario general de Pesca del Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente, Andrés Hermida, indicaba la  “importancia de la innovación como elemento determinante para mejorar la competitividad, y ha animado a al sector de cultivos marinos a invertir en ese desarrollo tecnológico de la acuicultura marina”

Enfatizó que para que esto se produzca se va a impulsar la colaboración en forma de financiación que se gestionará a través de la Fundación Biodiversidad e,  Desarrollo empresarial del SEPI (SEPIDES) y el Centro para el desarrollo tecnológico industrial (CDTI), este último dependiente del Ministerio de Economía y competitividad.

El brazo articulador de esta mejora de la competitividad será la aplicación  de las actuaciones previstas en el Plan estratégico de la Acuicultura Española 2014 – 2020 donde “se priorizará el apoyo de las empresas y asociaciones del sector a la investigación o a la innovación, y la aplicación efectiva de los resultados obtenidos en la empresa, buscando así una orientación práctica de los proyectos“.

Hasta ahora nada con lo que no estemos de acuerdo, al contrario. Planes, ideas, herramientas y gestión son necesarias para que la acuicultura vuelva a recuperar parte del protagonismo perdido en los últimos años consecuencia de la crisis y de una gran convulsión sectorial que todavía hoy sigue dando coletazos (liquidación de empresas emblemáticas, adquisición de grupos, acuerdos estratégicos, nuevos negocios emergentes y otros no tanto…).

Lo que es cierto es que en los últimos años han surgido nuevos agentes (actores) que están proponiendo modelos de organización diferente, integradores y propulsores de la cooperación más allá de la colaboración puntual. Clústers, redes, fundaciones, organizaciones sin ánimo de lucro, asociaciones de consumidores, sistemas de impulso de la innovación, metaorganizaciones que integran procesos… todos estos nuevos forman parte de la acuicultura y deben ser tenidos en cuenta.

La aparición de nuevas formas de organización es buena y necesaria pero debe tenerse cuidado de no generar nuevas estructuras recurrentes sólo por el hecho de que lo que hay no nos gusta o peor, no nos entiende, como si fuésemos los propietarios de la verdad. Estamos condenados a entendernos la academia, la industria y la administración.

Todavía estamos a tiempo de impulsar iniciativas tan atractivas como la que acaba de presentar el Consejo de Productos del Mar de Noruega. veo que entienden de este negocio y vaya si importa el origen.